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¡!Quiiiiuboles! ¿Cómo andan mis estimados cueresmeños? Les presento El sueño de Miguel. Resulta que en una lejana isla de el Océano Pacifico vivía una pequeña comunidad llamada Coral; en dicha comunidad una humilde familia trabajaba arduamente como todas las demás para lograr sobrevivir.
Pero lo que en realidad la hacía diferente era su pequeño e inquieto hijo Miguel a quien todos apodaban “pequeño león marino” por su gran habilidad para pescar y defenderse en el mar.
A pesar de su corta edad, Miguel salía con su padre todas las madrugadas a pescar y ayudar a su familia en el sustento diario, aunque lo hacía con gran agrado, su mayor deseo era luchar contra la contaminación del hermoso mar.
Noche tras noche soñaba que con una red gigante y extraordinario poder sacaba toda la basura del mar hasta dejarlo limpio y cristalino. Cada madrugada antes de ir a pescar como de costumbre, Miguel se le adelantaba a su padre para recoger las basuras y desperdicios que llegaban hasta la playa traídas por las olas del mar.
Mientras las recogía pensaba -¿Cómo es posible que existan hombres capaces de hacer tanto daño? Y continuaba recogiendo los desperdicios de la playa mientras era hora de partir. A las cinco de la mañana su padre alistaba la pequeña y destartalada canoa y ambos se embarcaban mar adentro entonando preciosas canciones de mar.

Una vez en altamar su padre echaba las redes al mar, esperaba un tiempo prudente y las sacaba a flote revisaban las pesca y devolvían al mar los peces más pequeños. De vez en cuando la red se atoraba en las rocas o en la vegetación y Miguel “el pequeño león marino” se lanzaba gustoso al mar e incluso fingía dificultar para desatorar la red con el único fin de disfrutar la belleza del mar.

Día a día realizaba las mismas actividades pero Miguel no se cansaba, era tanto el amor por el mar que descubría nuevas cosas que lo atraían a él. De igual manera crecía su preocupación por la contaminación excesiva así que decidió cambiar su estrategia Para recoger basuras diariamente y planeo algo diferente y mágico. A la mañana siguiente como cualquier día Miguel se levantó, se asomó por la ventana de su pequeño y humilde cuarto que se encontraba de frente al mar y miró fijamente el horizonte. Parecía que quería medir de alguna forma la extensión del mar tan concentrado estaba que no escuchó la voz de su padre que lo llamaba desde la playa con potentes gritos –Miguel ¿Hoy nos vas a recoger basuras de la playa? Primera vez en diez años que esto sucede, llevo media hora esperándote. Miguel no puso atención a la lejana voz de su padre y terminó de organizar su plan. Caminó lentamente y le dio un fuerte abrazo a su madre, y no quiso tomar el caldo de pescado que le hizo su madre. -Miguel ¿Te sientes bien? –Si mamá no te preocupes por mí.
Padre e hijo se embarcaron y navegaron mar adentro. Por una extraña razón, el mar se encontraba demasiado tranquilo y apacible como esperando algo y Miguel no quiso cantar, pero en su rostro se dibujaba una enorme sonrisa. –Miguel, te noto muy extraño. Tu mirada es muy diferente el día de hoy y no quisiste cantar ¿Qué dices a eso? Pregunto su papá. -¿Sabes algo papá? Quiero guardar mi alegría para cuando mi sueño se haga realidad. -¿Tu sueño? ¿Qué sueño? Su pregunta se quedó sin respuesta. Pero al cabo de un rato Miguel exclamó. -Papá ¿podemos navegar hacia el arrecife de coral? –Pero Miguel, es demasiado lejos y tú sabes que allí no debemos pescar, el lugar está poblado de vegetación y fauna.-Papá solo quiero disfrutar del paisaje. –Está bien, dijo su padre. Mereces un poco de descanso. Comenzaron a remar hacia el arrecife de coral. En el trayecto hacia el arrecife, era tan fuerte el poder del pequeño Miguel y las ansias de hacer su sueño realidad, que invadió a su padre del mismo deseo y en pocas palabras le contó tan preciado anhelo y lo mucho que significaba para él.
Así que su padre decidió apoyarlo y acompañar su sueño. Al llegar al arrecife padre, e hijo se miraron fijamente, se tomaron de la mano y se lanzaron a lo profundo del mar, con ellos llevaron su red que al ser mojada por las cálidas aguas su tamaño se triplico una y otra vez. Cada uno tomó un extremo de la inmensa red y un poder maravilloso se apoderó de ellos. Se sumergieron y nadaron rápida y ágilmente por las grandes profundidades del mar Caribe y toda la contaminación que había en el mar quedaba atrapada en la red como si esta tuviera un poderoso imán.
Ballenas, delfines, tiburones, pulpos y estrellas se unían a la labor y juntos arrastraban la enorme red. Su labor duró tres días y tres noches sin descanso. Lo lograron y regresaron felices a “Coral” en su vieja y destartalada canoa. El padre entonando canciones de mar y Miguel repitiendo una y otra vez. –Mi sueño se hiso realidad ¡Lo logramos papá! La basura fue llevada por Miguel y su padre a un lugar apartado del arrecife de coral y allí como por arte de magia fue convirtiéndose en vegetación. Ese eras ell sueño de Miguel. ¡Hay nos guachamos hijos!






El Superior no es responsable de lo que está escrito en esta columna, ya que El Superior es 100% OBRADORISTA.  VIVA MI PRESIDENTE, ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR



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